!Pedro!
Este Pedro, no es Almodóvar como gritó Penélope, pero es todo un personaje para mí.
¡Es un Crak! Todo lo que tiene de pequeño en estatura lo tiene de grande en inteligencia y decisión. Pedro es maño, pero vive y trabaja en la oficina de mantenimiento de un gran centro comercial en Madrid. Es charlatán hasta decir basta, pero muy divertido. Las nuevas tecnologías se le dan de "puta madre". Su mujer, Yoli, es tan agradable como él, aunque no tan habladora.
Nos conocimos en China en el verano de 2017. Éramos un grupo de veinte personas. Como Pedro entabla conversación con todo el mundo también lo hizo con nosotros (mi marido y yo) y nos caímos bien desde el principio. A pesar de sus problemas en los pies, no hubo excursión a la que no fuera Pedro; escalera a la que no subiera, templo de Buda al que no visitara, muralla de la que no recorriera un tramo...
Estábamos en Shanghai, una de las ciudades más grandes del mundo y teníamos el día libre. Pedro dijo que saliéramos mi marido y yo con ellos. Nosotros encantados. Con un mapa y su inglés bastante bueno, aunque la mayoría de los chinos no saben responder en inglés. Pedro compró un bono y nos metió en el metro petao de gente. Contaba las estaciones y bajábamos donde él decía.
Visitamos el museo donde por 1ª vez se reunió el Partido Comunista, luego el barrio francés, al museo de Shanghai ¡¡Impresionante!! Pedro con sus pequeños pasos, dirigía los nuestros. Aquí subimos, aquí bajamos. ¡¡Fácil, fácil!! decía él y nosotros con el corazón en un puño, por temor a perdernos entre riadas de chinos, le seguíamos.
Uno de los guías nos hizo reír contándonos, como chanza, pero para que nos hiciéramos una idea de la gran cantidad de personas que se mueven por las grandes ciudades chinas: Si van a cruzar una calle, primero háganlo por un subterráneo, si lo hay, o por un paso puente. Si no lo hay, pasar cuando crucen chinos y si no pasan chinos, cerrar los ojos y pasar. (Por lo difícil que es cruzar una calle, je, je).
Al día siguiente teníamos la tarde libre, mi marido dijo que después de la paliza de ayer se quedaba en el hotel. Yo me apunté de nuevo con Yoli y Pedro. De nuevo el metro esta vez con una tarjeta mucho más barata, Pedro se había informado con Carlota, la guía. Volvimos al barrio ingliés, al Malecón a orillas del río Huangpu, cruzamos en metro el río para pasar a la zona financiera que no la habíamos visitado el día anterior. Luego la zona Pudong, la calle Naujing de las grandes firmas...
Después de muchos trasbordos llegamos a la zona antigua, de tiendas típicas, mucho más baraata donde Yoli quería comprarse un vestido de "seda". Yoli no encontraba el vestido que quería: uno era muy grande, otro pequeño, el estampado de esté diminuto el de allá muy grande y Pedro: No te preocupes, seguimos buscando si Mara no se cansa, yo qué va, encantada, lo sentía por él con sus problemas al caminar. Pedro veía una especie de cortina enorme de plástico sin escaparate alguno y decía: Ahí hay un almacén. Entrábamos y así era, varios pisos dedicados a todo tipo de artículos que desde la calle no podías imaginar su existencia.
Mercados en los que se vendían pájaros, todo tipo de insectos y grillos con sus pequeñas jaulas. Nunca había visto grillos a vender. Cientos de jaulas con grillos y saltamontes. Los grillos no paraban de cantar. Según una antigua leyenda: Un rey chino tenía grillos de pelea para combatir. Tenía uno al que adoraba porque era muy bueno y siempre ganaba. Quería tanto a aquel grillo que no lo daba ni siquiera a cambio de un caballo de raza. Un día la Reina sin querer abrió la jaula y al grillo se lo comió un gallo. Temiendo que el rey la matara por haberle acabado con el grillo que tanto amaba, la Reina se suicidó y el rey al saberlo también se quitó la vida. Me encantó esta leyenda..
Hace cuatro años Pedro y Yoli vinieron a León y los abrazos fueron muy afectuosos y alegres. Espero que su nueva visita no se haga esperar mucho. ¡Así es mi Pedro!!
¡¡¡Feliz Verano a todo el mundo bloguero!!!
El verano nos invita a viajar: "Un viaje es una nueva vida, con un nacimiento, un crecimiento y una muerte, que nos es ofrecida en el interior de la otra. Aprovechémoslo" de Paul Morand.